viernes, 11 de diciembre de 2020

CUENTO: EL ÁNGEL de GRACIELA BEATRIZ CABAL Ilustración de Pez




Cuando llegó el ángel, las brujas de la casa se escondieron en los agujeros del colador de fideos, que desde ese momento pasó a usarse como maceta.

Cuando llegó el ángel, el televisor se descompuso todos los días, justo a la hora de comer, y se arregló todos los días, justo a la hora de la novela y de los dibujitos.

Cuando llegó el ángel, los cuadros se enderezaron solos, las lámparas iluminaron el doble, y las ollas y sartenes quisieron brillar igual que la plata.

Cuando llegó el ángel, a los chicos se les fueron los piojos, a los rosales se les fueron los pulgones y a los perros no se les fueron las pulgas (los perros están muy encariñados con sus pulgas).

Cuando llegó el ángel, desapareció el olor a humedad y a remedio. (El olor a guiso y a pis de gato no desapareció, porque a los ángeles les encanta el olor a guiso y a pis de gato).

Cuando llegó el ángel, las canillas se negaron a seguir goteando. Y el teléfono se puso a sonar. Y el calefón calentó el agua sin meter tanto batifondo. Y, por primera vez en la vida, el reloj acertó a dar la hora.

Cuando llegó el ángel, se recibieron cartas y se mandaron cartas. Y se volvieron a festejar los aniversarios de casamientos y los cumpleaños (hasta los no-aniversarios de casamiento y los no-cumpleaños se festejaron).

Cuando llegó el ángel, florecieron los malvones, los alelíes y el gomero de la terraza (cosa de no creer). Y se escaparon las cotorras, la reina mora y el brasita de fuego. (La tortuga prefirió no escaparse, porque, pensó, adónde iba a ir).

Cuando llegó el ángel, nadie se olvidó de cerrar bien los cajones y las puertas de los muebles. Ni de tapar la azucarera. Ni de regar el árbol de la calle. Ni de lavarse las propias medias. (De lo que todos pero todos se olvidaron por completo fue de lavar las medias ajenas).

Cuando llegó el ángel, los chicos y los grandes se dijeron "permiso" y "gracias, corazón de mi vida" y "que tengas suerte", como si no fueran de la misma familia.

Muchas cosas maravillosas pasan en la casa de uno cuando llega el ángel.

Por eso siempre conviene dejar la ventana abierta.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

FIN

 

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